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lunes, 20 de diciembre de 2010

Real Oviedo su filón la afición

El pasado Domingo, la fría tarde ovetense, era más propicia  de final de curso, de tensión y transistores y de esos estadios con equipos que han firmado una mala temporada acorde con sus posibilidades y que intentan quemar las últimas naves con dosis de tensión y empuje para eludir el descenso. Quizás el fútbol que se les demanda y que podrían haber desplegado ha quedado obsoleto ante la necesidad imperiosa de los puntos, objetivo muy dispar al que se marcaba en el inicio de pretemporada.
Esta historia tiene como denominador común a equipos con una amplía masa social y una historia en la mayoría de los casos digna de ser reseñada. Equipos cuyos desenlaces no han sido todo lo buenos que deseaban, acorde a lo que reflejan sus presupuestos y plantillas, y que, por una serie de condicionantes, han abandonado la máxima categoría con un aroma a fracaso mayúsculo y decepción excesiva como resultado de no haber podido alcanzar el objetivo mínimo.

El descenso del Oviedo en la temporada 2006/2007 marca un periodo que pone de manifiesto un compendio de errores varios y cambios de rumbo constantes surgidos en la parcela administrativa del club. Esta inestabilidad ha acabado por reproducirse en el terreno de juego, además del banquillo, con cambios de entrenadores que por lo general no han producido la reacción necesaria para que el equipo saliera a flote con holgura tras varias campañas marcadas por la irregularidad. Como se escucha una y otra vez en el Carlos Tartiere, la forma de dirigir al club por parte del máximo accionista, se encuentra en el ocaso, ya que sus métodos precarios quedan en evidencia ante la mayor profesionalidad que exige el fútbol moderno. El descenso implicaría segar desde abajo para que el maíz crezca con más fuerza. Para que el retorno no se dé en un futuro muy lejano.
En el fútbol europeo, destacan casos como el del Leeds United, un equipo que alcanzó un brillante periodo a comienzos del S.XXI coronado con una semifinal de Copa de Europa ante el Valencia,  y que se encontraba abanderado por una buena camada de jugadores, entre los que destacaban el sedoso Ian Harte, el talentoso y controvertido Alan Smith, el matador Mark Viduka o el elegante Olivier Dacourt entre otros. Problemas financieros llevaron al equipo a la quiebra. En la actualidad, se encuentran en la Football League One, la tercera división inglesa. Los aficionados del vetusto Elland Road añoran recuerdos y esperar pronto rememorar viejas hazañas en primera persona. Cualquier tiempo pasado fue mejor.
Tal vez las claves para el retorno consolidado del conjunto ovetense se sustente en la necesidad  desde la cúpula directiva de realizar un proyecto basado en la transparencia de gestión, el respeto al socio, así como una política ambiciosa de refuerzos que aseguren compromiso, estabilidad y  garantía de resultados a corto plazo. Con estas premisas, unidas a la fidelidad de la afición,que nunca ha dado la espalda a su equipo ni en el más hondo de los pozos, a buen seguro serán factores determinantes para la reconducción del club y el nuevo desembarco en la élite.

El objetivo y prioridad del Grupo empresarial Pegaso, es y será la marcha de Alberto Gonzalez que ponga fin definitivo a un proyecto agotado en el que ha demostrado su manifiesta incapacidad tras demasiadas oportunidades desperdiciadas.La afición se ha expresado y no cede ante el conformismo y la resignación pues tiene mucho que decir y eso es lo más importante. La Manifestación por la salvación del Real Oviedo, firmado por la mayoría de las  peñas y más de 4300 personas, muestra que es la voluntad de muchos, que cesen los bandazos y golpes de efecto y sea responsables con el futuro de su equipo dando paso a una nueva gestión que no constituya otro parche más en esta huída permanente hacia delante en que hace años se convirtió su presidencia. La afición ( único filón de este club desde el 2002) es muy clara al respecto, tanto en sus peticiones como en sus intenciones, y es por ello que continuaran luchando para propiciar la salida de Alberto Gonzalez mediante la fuerza de la presión y el peso de la razón que han de traer la llegada de nuevos proyectos.



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